Los Psicólogos Deportivos

Roxana y Lucas en el club de tenis Madison de la Ciudad de Buenos Aires

El equipo de Roby

El equipo interdisciplinario completo que trabajamos con Roby Pampin en Padel: (izq.) Lic. Lucas Sifonios y Lic. Roxana Muotri (Psicólogos), Lic. Facundo Gorostiaga (Kinesiologo), Roberto Pampin (Entrenador) y Eduardo Pardo (Prof. Ed. Física).

Con Facundo Sava

En el mes de Abril de 2011 participamos del X Congreso Sudamericano de Psicología del Deporte.

L.I.F. en Kick Boxing

Junto a Cristian y Gabriel Arnó. Dos excelentes personas y referentes dentro del Kick en nuestro país.

Clínica de Padel en Moron

En Febrero de 2011 llevamos adelante la primer clínica interdisciplinaria en Padel. Todo un exito!

jueves, 10 de noviembre de 2011

Algunas consideraciones sobre estrés y deporte

Es muy común de la época que vivimos escuchar hablar del estrés. Continuamente oímos sobre los efectos negativos de su acción, e incluso nosotros mismos pasamos por eventos que nos resultan estresantes: situaciones laborales, grandes cambios en la vida e incluso pequeños sucesos de nuestra rutina cotidiana. El estrés está presente en prácticamente todos los ámbitos en los que nos movemos y por lo tanto el terreno deportivo, no es una excepción.
Sin embargo, son pocos los momentos en los que nos ponemos a pensar qué es el estrés y cómo podemos manejarlo.

En primer lugar, tenemos que saber que el estrés es un proceso. Es decir, una secuencia de eventos que conduce a un fin concreto. Y este proceso se desencadena a partir de que se produce un desequilibrio entre una demanda ambiental y la capacidad de respuesta que tiene la persona frente a ella.
Veamos el siguiente esquema para entender este proceso:

Apliquemos este esquema en un caso práctico. La “demanda medioambiental” puede ser por ejemplo, un torneo (fase 1). En la fase 2 el deportista hace una evaluación de dicha demanda: “¿Cuan importante es el torneo para mi?  “¿Quiénes participan?”, “¿Es clasificatorio para otra instancia mas importante?” etc. (esto es la “percepción individual”). En este punto entran en juego todas las características de personalidad, propias de cada deportista. A partir de esa evaluación se genera una serie de respuestas a nivel físico y psicológico (fase 3), dando lugar a la conducta: su desempeño en la competencia (fase 4). Una vez terminada la secuencia se genera una experiencia (es la “marca” que dejó el torneo en el deportista) que va a influir en la próxima demanda que se produzca. Por ejemplo, en el siguiente torneo de similares características el nivel de ansiedad puede ser menor debido a que ya ha vivido dicha situación. Como se ve, este esquema puede ser aplicable a cualquier situación potencialmente estresante que vivamos.


A partir de esta concepción podemos ver que todo suceso que se viva es potencialmente estresante. La clave en este punto va a estar en la fase 2: de qué manera la persona (el deportista en nuestro caso) percibe esas demandas en función de sus capacidades. Por lo tanto, la vivencia de estrés es completamente subjetiva: lo que para algún deportista es motivante, para otro es completamente insoportable.
En términos generales podemos decir que cuando el nivel de estrés se encuentre dentro de lo tolerable por el sujeto, la situación se vive como un desafío. El pensamiento del deportista en este caso será “estoy lo suficientemente preparado para hacer un buen papel en el torneo”. Aquí se producen los mayores logros y el deportista puede mantener un nivel de motivación adecuado, a partir de las metas que logra ir consiguiendo. Por otro lado, cuando el nivel de estrés supera sus capacidades, la misma situación es vivida como una amenaza, desencadenando una serie de respuestas tanto psicológicas como fisiológicas en forma automática que como tales, escapan a su control. Por ejemplo, ansiedad, sudoración, falta de concentración, ganas de escaparse, desgano, mal dormir, etc. En este caso el pensamiento será “no estoy preparado para este torneo”.

Esto nos permite ver que hay un nivel de estrés que es necesario y positivo para que el deportista pueda progresar y desarrollar sus capacidades.
Es su preparación y entrenamiento (físico, técnico/ táctico y psicológico) lo que va a influir directamente en la posibilidades de vivir dichas demandas como un desafío (ayudándolo a sacar lo mejor de si) o una amenaza (generando que la situación se le escape de sus manos y sucumba frente al evento).

Es muy importante que tanto el deportista como todo el cuerpo técnico que trabaja con él tengan presente estas consideraciones y conozcan lo suficiente sus capacidades para mantener el nivel de demanda dentro de lo óptimo para dicho deportista. De esta manera, se va mantener el mayor nivel de rendimiento dentro de un proceso que fortalece y mejora la salud psicofísica del deportista.

Lic. Lucas Sifonios