domingo, 12 de agosto de 2012

Bolt se convirtió en algo más que una leyenda

LONDRES.- "Quiero convertirme en una leyenda". Eso deseaba para Londres 2012. Su protagonismo excluyente en la ceremonia inaugural, abanderado de Jamaica y deportista central del desfile, lo puso en ese lugar que le encanta. Disfruta del show. Lo busca y lo siente. Pero nada ni nadie lo distraen de su trabajo: ganar carreras. 

Tras sus tres títulos en Pekín 08, debía igualar esa marca para cumplir con su objetivo. No llegó en las mejores condiciones. Poco antes de los Juegos, en los selectivos de Jamaica, sufrió una contractura en la pierna derecha. Había sido derrotado tanto en los 100 como en los 200 metros por su amigo, protegido y rival Yohan Blake. Nació con una escoliosis en la parte baja de la columna que le ha causado repetidos problemas en los isquiotibiales, músculos clave para los sprinters . Situados en la parte posterior del muslo, viven en máxima tensión durante la prueba. Su acortamiento genera peligro de lesiones. Su pierna derecha mide 1,4 cm menos que la izquierda. En 2004 estuvo cerca de dejar el atletismo por este problema que le costó la prematura eliminación en los 200m de Atenas. Le dolía mucho la espalda y no sabía ni por qué ni cómo controlarlo. Develado el diagnóstico, su entrenador Glen Mills recurrió al médico alemán Hans Muller Wolfahrt, quien preparó una completa rutina de ejercicios preventivos y correctivos. Por cada hora de entrenamiento intensivo, hay otra dedicada a estos trabajos específicos de lumbares, abdominales y la alineación de la columna. 

La recuperación de la contractura le alteró los planes de entrenamiento para Londres. No estaba en su plenitud. Pero nunca hay que subestimar el corazón de un campeón. Siempre brilló en las grandes. Todos sus récords, mundiales y olímpicos, pertenecen a finales. En los 100m mejoró su marca de Pekín. Arrastró a todos. Siete de los ocho finalistas bajaron los diez segundos. Blake igualó el mejor registro de su vida y fue segundo. Gatlin, campeón olímpico en Atenas 2004, nunca había corrido a 9s79/100 y sólo le alcanzó para el bronce. Él los hace mejores. Los obliga a esforzarse más para evitar el papelón de mirarle la espalda en la llegada. "La carrera de 100 metros es el show y los dólares. Los 200 son el arte y la técnica, ésa es mi prueba favorita", comparó en un reciente reportaje de L'Équipe Mag. Tras el doblete en el hectómetro, repetir en los 200 m lo pondría en otra liga. Solo. Apretado como nunca antes por Blake, lo logró sin batir el récord mundial. No podía. El periodista Martí Perarnau lo explica muy bien en su blog (www.martiperarnau.com): "Apenas cortó la tensión de tobillos en las tres últimas zancadas de las 79,5 que dio: 23 pasos en los primeros 50 metros; 19 en los segundos; 19 en el tercer tramo y 18,5 en el último, con zancadas finales de 2,86 metros. De no cortar su ritmo podría haber concluido en 19s26/100 o 19s28/100, pero difícilmente en menos". 

Es el embajador de su deporte. Lo lleva a otra dimensión. Ya no sólo importan tiempos y distancias. También valen los personajes y su carisma. Contagia a todos los atletas para que busquen una conexión con el público que incluya mucho más que una buena marca. El factor humano ayuda a que el atletismo no dependa solamente de los récords, con la omnipresente amenaza del doping. En ese sentido, su contribución es enorme. Ayer completó su misión. En la posta 4 x 100 m, terminó la tarea de Carter, Frater y Blake con una espectacular pasada. Tercer oro y récord mundial. Su admirado Michael Johnson lo dijo con todas las letras: "El atletismo lo necesita pero él ya no necesita el atletismo". Usain Bolt. Ninguno como él. Londres lo convirtió en mucho más que leyenda.

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